La rebelión de los Comuneros de Castilla contra Carlos I

La rebelión de los Comuneros de Castilla contra Carlos I

La rebelión de los Comuneros en los años 1520-1522 fue un levantamiento en la parte de Castilla en España contra el rey Carlos I. Antes de saber el por qué de la rebelión, es importante conocer algunos sucesos previos que la desencadenaron. En 1516 murió el rey Fernando II de Aragón, que a través de su matrimonio con Isabel I de Castilla había sentado las bases para la unificación política de España. Quedando abierta la sucesión al trono de Castilla.

Fernando tuvo dos hijos, entre ellos un varón sucesor al trono, pero con muerte prematura y una hija, conocida como Juana (la loca), que lamentablemente fue declarada inestable para gobernar. Juana estaba casada con Felipe el Hermoso, que quedaba como sucesor al trono, sin embargo, había fallecido en 1506. Carlos, el hijo de Felipe y nieto del rey Fernando, ahora tenía derecho a la herencia sobre Juana, por lo que la sucesión pasó a la Casa de Habsburgo. 

Nacido en Flandes en 1500, era considerado por los españoles como un extranjero que tenía la intención de gobernar España de una manera mayoritariamente absolutista. Cuando Fernando murió, Carlos era menor de edad, pero en vista de la enfermedad mental de su madre, quien era la regente oficial, luchó por su propio gobierno seguro de sí mismo en una etapa temprana.

Historia de La Rebelión de los Comuneros de Castilla

La llegada de Carlos I de España añade nuevos conflictos. El rey inexperto, extranjero, que no habla castellano y ya aspirante al trono del Sacro Imperio, no sólo está ausente del reino durante largos períodos, sino que también parece subordinar los intereses de Castilla a los de Flandes y el imperio. Cuando fue elegido rey de Alemania como Carlos V en 1519, el Imperio de Habsburgo finalmente se convirtió en una gran potencia europea. Esto desafió a su rival Francia.

La rebelión de los Comuneros de Castilla contra Carlos I

Carlos se sintió obligado a utilizar los recursos de España para sus planes y aumentó los impuestos allí, aunque la población estaba debilitada por la sequía y las malas cosechas. Esto provocó un mayor descontento entre la comunidad. En las Cortes de Valladolid de 1518, los diputados castellanos rechazaron a Carlos el servicio, un impuesto destinado a cubrir los gastos del monarca en el exterior. Carlos vuelve a convocar a las Cortes para Santiago de Compostela en 1520, recibiendo nuevamente una respuesta negativa.

Unas semanas más tarde, se convocó a nuevas Cortes a La Coruña, con vistas a su próxima partida. Si bien la mayoría de los diputados castellanos han recibido instrucciones muy claras para volver a rechazar el impuesto, a algunos se les prohíbe ingresar a la asamblea, mientras que otros las ignoran bajo coacción o corrupción. El servicio es finalmente aprobado.

Rebeldía de Toledo

La rebelión se inició el 16 de abril de 1520 en la sede real de Toledo. Cuando los regidores, encabezados por Juan de Padilla, se preparaban para partir a la convocatoria a Santiago de Compostela, una gran multitud se lo impidió apoderándose del gobierno local, dándole el nombre de Comunidad a la insurrección.

Después de expulsar al corregidor de Alcázar, los toledanos comenzaron a asumir los puestos de poder local. Carlos se embarcó en La Coruña para ser coronado Rey en Aquisgrán. Deja allí al cardenal Adriano, a quien ha nombrado regente para gobernar Castilla en su ausencia. La revuelta de las ciudades del reino se intensificó durante la ausencia de Carlos.

Los comuneros expresan una doble exigencia: la negativa de una fuerte tributación destinada a financiar las ambiciones imperiales de Carlos, en detrimento de Castilla; la negativa de un dominio extranjero sobre las importantes funciones de Castilla; la defensa del reino y en particular las Cortes.

A su llegada a Castilla, los procuradores que votaron afirmativamente al servicio dieron origen a violentas manifestaciones en Segovia donde fueron asesinados dos funcionarios y Rodrigo de Tordesillas. Incidentes parecidos ocurrieron en Burgos y Guadalajara, otros a menor escala en León, Zamora y Ávila.

Debido a la presencia del cardenal Adriano y del Consejo Real en Valladolid no hubo incidentes. Este desarrollo llevó a un endurecimiento de posiciones: los grandes, que sin bien se mostraron reacios a la llegada de Carlos, permanecen leales al rey mientras que los comuneros, que no han ganado el apoyo de la reina Juana I de Castilla, se radicalizan. Los realistas toman Tordesillas y la Junta huye a Valladolid. Por su lado, Juan de Padilla vuelve a Toledo. 

Se instala el obispo de Zamora, Antonio de Acuña, cerca de Medina del Campo, el ejército asalta fortalezas señoriales y se mueve hacia el sur. Carlos nombra a un virrey y un regente elegidos entre la nobleza castellana: el alguacil de Castilla Iñigo Velasco y el almirante de Castilla Fadrique Enríquez, respectivamente señores de Burgos y Medina de Rioseco.

La batalla de Villalar

En Febrero 1521, las tropas comuneras lanzan una ofensiva sobre la fortaleza de Torrelobatón, que cae en 25 de Febrero. El 12 de Abril, durante el episodio más atroz de la guerra, las tropas del rey asaltaron la localidad de Mora, cerca de Toledo, e incendiaron la iglesia donde se habían refugiado más de tres mil personas entre ancianos, mujeres y niños, quienes perecen. Finalmente, el 23 de abril temprano en la mañana, las tropas comuneras salen de Torrelobatón y buscan refugio en Toro.  

Las tropas del rey los persiguen y les dan alcance en Villalar. Los rebeldes, bajo una fuerte lluvia y sin la protección de la artillería, son dispersados ​​por la caballería de los nobles. Los comuneros pierden entre 500 y 1.000 hombres, 6.000 son hechos prisioneros. El 24 de ese mes por la mañana son ajusticiados los principales dirigentes comuneros, en particular Juan de Padilla, Juan Bravo, capitán de los comuneros de Segovia y Francisco Maldonado.

La caída de Toledo

Todos los pueblos rebeldes del norte de Castilla caen tras la derrota de Villalar. En Junio ​​las tropas de Carlos irrumpieron en Madrid, que se rindió sin mucha resistencia. Murcia, que también había apoyado la revuelta de los comuneros, cayó tras un largo asedio. El 1 septiembre, comienza el asalto a la ciudad de Toledo, lo que hace que la debilitada ciudad negocie con la exigencia de que se le perdonara la vida a María Pacheco (apodada la Leona de Castilla) y a otros dirigentes comuneros de la ciudad. 

El rey destruyó el castillo de Padilla en Toledo. El 9 de enero de 1522 el cardenal Adriano fue nombrado Papa, dando reconocimiento de Carlos I por el apoyo. Las demostraciones de entusiasmo del alto clero toledano son una gran provocación. María Pacheco toma el Alcázar con sus fieles y libera a los presos comuneros. El 3 de febrero, las tropas imperiales entran y terminan con la insurrección. María de Pacheco huyó con su hija a Portugal, donde murió 10 años después sin haber renunciado a sus ideales.

Consecuencias de la derrota

Una feroz represión sigue a la derrota final de la rebelión. Los jefes comuneros como Pedro Maldonado, los hermanos Guzmán, Juan de Zapata, el Conde de Salvatierra así como notables miembros de los comuneros y clérigos ligados son ejecutados. 

Las ciudades insurgentes son sujetas al pago de importantes compensaciones, lo que lleva a la ruina de ciudades manufactureras como Segovia, ante el triunfo de los intereses de los comerciantes exportadores de Burgos y debilita gran parte de la industria del reino, por la ausencia de política proteccionista. Finalmente, el poder de la monarquía aumenta mientras que el poder y los privilegios de la nobleza disminuye, reflejando el establecimiento del absolutismo real en Castilla.

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