Francisco de Goya fue un artista trascendental en cuanto a las pinturas en los murales se refiere, porque pudo aplicar la técnica de óleo al seco (similar a cuando el pintor plasma su representación en yeso). Las Pinturas Negras de Francisco Goya es una recopilación importante de catorce obras murales que produjo para el ornato de su residencia. A partir de 1974 sufrió sus primeras transformaciones hasta llevarlo al lienzo.
Después de su muerte, todas las obras que realizó a lo largo de su trayectoria artística pasaron a manos de su nieto, Mariano Goya, además que la monarquía absolutista siempre estuvo en persecución de todas sus propiedades. En principio, esta antología de murales no tuvo repercusión en sus años de elaboración, hasta 1874, que las representaciones tomaron otro rumbo.
Charles Iriarte fue el primer crítico que tomó muy en serio esta obra, hasta producir una descripción minuciosa de la misma. En la Exposición Universal de París de 1878 fueron presentadas por primera vez bajo la tutoría de Émile d’Erlanger. En primera instancia quiso comercializar esta producción, sin éxito alguno. Posteriormente pasó a manos del Museo de Prado, que hasta la actualidad permanece allí para la atracción de los curiosos y conocedores de la pintura.
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Las Pinturas Negras en su contexto original
La finca en que Goya plasmó esta recopilación estaba cerca del río Manzanares, ante una hermosa vista que comunica con la pradera de San Isidro alrededor de 1819. Compró este espacio para convivir con Leocadia Weiss, una mujer quien gozó de su afecto a pesar de estar casada con Isidro Weiss, según los rumores del lugar.
La biografía del artista plantea a una hija concebida a través de esta unión un tanto peculiar y con mucha tela que cortar gracias a cierta clandestinidad de la misma. Goya inició su labor con Las Pinturas Negras al ser diagnosticado con una enfermedad muy grave. Las imágenes que están presentes en la mayoría de estos murales son de temática campestre, con ciertas alusiones al duelo o garrotazos, como una de sus pinturas. Algunos críticos establecen que estas decoraciones poseen un trasfondo alegre, pese a la enfermedad que estaba consumiendo al artista.
Además de ello, surge el matiz histórico con los funestos sucesos por causa del Trienio Liberal. Críticos como Glendinning exponen que Las Pinturas Negras ya existían en la finca incluso antes de la compra, por tanto, no otorga la autoría a este artista en la realización de los murales. De cualquier modo, los datos confirman que en 1819-1823 es el período de inicio y culminación de esta importante obra pictórica. También es de destacar que años posteriores a 1823 no se puede extender la producción, pues Goya marchó con su nieto Mariano a Burdeos.
Bozal y Glendinning estuvieron de acuerdo con que Francisco Goya es el responsable de toda su trayectoria, aunque otros críticos acusan a su hijo como el autor intelectual de la obra en la Quinta del Sordo. Son un total de 14 pinturas murales que con el paso del tiempo llegaron al Museo de Prado con la ayuda de Charles Iriarte. Sin embargo, existe una decimoquinta pintura perdida titulada “Cabezas en un paisaje” que está conservada bajo la colección de Stanley Moss, en Nueva York.
Ubicación en la Quinta
Si bien es cierto que 14 murales componen la obra completa de Goya, es un hecho que 7 de ellas estaban ubicadas en la planta alta y otras 7 en planta baja. Asimismo, existió una polémica con una de estas representaciones “Dos viejos comiendo sopa” incrustada en una de las sobrepuertas, porque un bando de críticos asegura que está en la planta alta y otros en la baja.
Planta baja: Es considerada como el espacio más amplio dentro de la Quinta del Sordo. Su arquitectura goza de dos grandes ventanales, pero con muros muy cortos. Aquí está presente la “Romería de San Isidro en el lado derecho”, “Aquelarre” en la izquierda. Hacia el fondo en un ventanal está “Judith y Holofernes” y al extremo opuesto “Saturno devorando a un hijo”, frente a este último mural se halla “La Leocadia” y “Dos viejos” frente a la representación de Judith.
Planta alta: Es prácticamente idéntica a la anterior, salvo a la excepción de utilizar un único ventanal en su centro. Los muros crecen en cuanto a dimensión, por ser más prolongados que la zona baja. En la pared derecha se observa “Visión fantástica o Asmodea” y “Procesión del Santo Oficio” aunque ambas están distanciadas entre sí.
Mientras tanto, en la derecha se sitúan “Átropos o Las Parcas” y “Duelo a garrotazos” que si respetan una cercanía para su valoración óptica. En el muro más alejado de la habitación está “Dos mujeres y un hombre” y “Hombres leyendo” (derecha e izquierda del vano, respectivamente).
Todas las manifestaciones pictóricas mencionadas no tienen dudas en cuanto a su ubicación, siendo “Dos viejos comiendo sopa” el punto a debatir para los artistas. Glendinning establece que esta pintura está en la sobrepuerta de la planta baja, siendo la premisa con más vigor hasta la fecha, aunque están los opositores de esta idea que relatan lo contrario, con ubicación en la sobrepuerta de la planta alta.
Análisis de conjunto
A partir de 1820, el autor introdujo un estilo que sus compañeros del futuro denominan “Sublime Terrible” que más adelante se propulsó por todo el continente europeo con gran éxito durante el siglo XVIII. Felipe de Guevara simpatizó con este movimiento de Goya, al emprender ese rumbo romántico o melancólico saturnino: “obras con aire terrible o desgarros que no pueden ser imaginados por la mente humana”.
Podría decirse que Las Pinturas Negras de Francisco Goya tiene un carácter psicológico y social, parecido al de los cuadros de Murillo, siendo ambos pilares un punto de debate por mucho tiempo entre los grandes conocedores del universo pictórico que tuvo lugar en Europa. La descomposición en su salud, el hecho de convivir con una mujer más joven, la cercanía con la muerte y el miedo por perder sus bienes son causas aparentes para que Goya relatara sus pinturas negras en su Quinta.
Usó a la religión para plasmar algunas de sus pinturas bajo premisas de romerías, procesiones, dibujar a grandes patronos como San Isidro en procesiones y demás, son una muestra que Goya quiso satirizar el cristianismo, haciendo prácticamente lo mismo con enfrentamientos de carácter bélico-civil con “Duelo a garrotazos” u “Hombres leyendo” por mencionar sus mejores ejemplos.