Vieja friendo huevos es un famoso cuadro apareció por primera vez en uno de los bodegones de Diego Velásquez en 1698, pero en realidad estuvo dentro de los establecimientos comandados por Nicolás de Omazur, un comerciante sevillano. Cuenta la historia que esta representación se llevó a cabo en Sevilla durante 1618.
Cabe destacar que su aparición antigua describe a un lienzo bien cuidado, pero con ausencia de los marcos protectores. En él aparece una vieja friendo huevos junto a un chico que sostiene un melón entre sus manos. A comienzos del siglo XIX, la imagen ya gozaba de gran prestigio, con varios interesados en adquirirla a través de subastas.
Francisco Pacheco fue el pionero en adjudicar la pintura de Velásquez dentro del género bodegón. Aunado a ello, resalta el brillo y un alto contraste en el espacio donde está el personaje de la vieja. Esto deja en claro que Velásquez supo jugar con los reflejos de la luz para enaltecer su pintura.
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Historia
La primera vez que se hizo una subasta con “Vieja friendo huevos” fue el 8 de mayo de 1813 en Christie ‘s. Charles B. Curtis es el primer crítico en afirmar que esta representación, en efecto, es de Diego Velásquez. Aunque muchos otros de su estirpe no estuvieron de acuerdo, el tiempo se encargó de que los argumentos en la balanza se inclinaran a su favor.
Formó parte de muchas colecciones británicas antes de llegar al Museo de Edimburgo en 1955; esto quiere decir que la pintura estuvo a la altura de grandes antologías, con metas ambiciosas para cualquier museo que quisiese hacer con ella en sus vitrinas. Cuando el retrato fue limpiado de manera profesional, aparece 1618 como una marca de agua, siendo un indicativo de su año en producción.
Descripción de “Vieja friendo huevos”
Pacheco da un abreboca de lo que puede encontrarse en “Vieja friendo huevos”. En primer lugar, indica que tanto el mesón como el resto de los elementos encontrados de fondo tienen un aire a vulgar o que la representación torna a un ambiente ridículo, pero es aceptable para la época en que Velásquez la pintó.
En primera plana aparece una cocina que carece de grandes espacios para el desplazamiento de la fémina. Llama la atención su contraste, porque las zonas con más luz son muy pronunciadas, aplicando el mismo procedimiento con las sombras, dando lugar a los tonos negros con buen realce, así como se aprecia en Las Pinturas Negras de Goya. La zona más iluminada de la pintura es a su izquierda, con gran impacto en cada uno de los objetos.
Por otra parte, en la zona más oscura, que está al fondo, puede denotarse un cestillo de mimbre que conjuga a la perfección con unas lámparas en aceite. La vieja viste con una bata blanca, realizando la preparación del huevo en una hornilla clásica. Aparentemente, el alimento está en la mitad de su cocción, hasta apreciar cómo el aceite hace lo propio para endurecer.
Con la mano derecha sostiene la cuchara, mientras que la izquierda se ocupa de mantener la cazuela en orden para extraer el alimento al estar listo. La anciana deja en segundo plano esta actividad para ocupar su mirada en un muchacho que irrumpe el espacio con un melón entre sus manos.
Una jarra, un plato de loza, otra jarra en color verde, cebollas y guindillas son otros objetos encontrados dentro de la obra producida por Velásquez en un estado vertiginoso. Los investigadores lograron descifrar cuál es el significado de cada objeto presente por separado, pero al instante de manejar una idea macro, todo el sentido se perdió por completo.
Diversos problemas de perspectiva han incidido para que la pintura no cuente con un análisis global correcto. Quizá sea provocado por el alto contraste (especialmente al tratarse de las sombras) porque los elementos que están en el fondo de la imagen presentan mayor complejidad.
De “Vieja friendo huevos” es preciso resaltar el buen manejo de las luces y sombras, pero no es un fenómeno de extrañar, pues Velásquez a lo largo de su carrera jugó con eso a su favor hasta obtener el máximo reconocimiento como artista. La ilusión de la fotografía es tan significativa que el espectador no se dará cuenta si efectivamente los huevos están sumergidos en aceite o agua común.
Características de la obra
La representación de Velásquez es tan vasta que cualquier investigación que un experto en artes plásticas realice, será una proeza interesante de cumplir. Así como la descripción es objeto de análisis, mencionar los principales rasgos encontrados en esta pintura vale la pena.
Género: Como ha sido mencionado en los párrafos anteriores, “Vieja friendo huevos” de Diego Velásquez es una representación enmarcada del bodegón, en que se encuentran todos los utensilios de concilia comunes (para el análisis individual). El bodegón fue muy famoso en España en el siglo XVIII.
Tema: No hay mucho que decir al respecto, gracias a que la imagen dice más que mil palabras. Trata de una anciana que está sosteniendo una cazuela con par de huevos cocinando. En la zona izquierda está el muchacho con una copa de vino y un melón. Bien podría afirmarse que en este retrato prevalece la naturaleza muerta, con todos los objetos en un orden respetable.
Composición: No es una obra que destaque por ser extravagante, sino todo lo contrario. La sencillez de “Vieja friendo huevos” es lo que sobresale a simple vista, con dos personajes bien marcados, al igual que las acciones que desempeñan. El aspecto a destacar son los contornos curvos con que están elaborados ambos personajes, hasta otorgar dinamismo al instante de observar todos los objetos.
Luz: Es bien sabido que Velásquez a lo largo de su vida estuvo influenciado por la obra entera de Caravaggio, principalmente en su claroscuro. El tenebrismo es un hecho en “Vieja friendo huevos” con luces bien pronunciadas y sombras muy negras. La naturaleza muerta en los objetos hace que sea más virtualizada que esencial, porque el brillo sustrae cierta naturalidad de la pintura, sin perder detalles.
Color: No hay gran variedad de colores en esta representación, pero sí sobresale el marrón o pardo junto al ocre. Hay presencia de blancos en el huevo, la túnica de la anciana, algunos platos y la jarra. El blanco es importante para resaltar con las sombras, por tanto, el autor pensó muy bien en la administración del color.